miércoles, 17 de julio de 2013

RECOPILACIÓN INTENCIONADA: SENTIMIENTOS BÁSICOS

 

 

Frustración


Musita su paso, no anda.
Recorre, apenas rozando,
el loco dibujo de un paso
que tras otro paso desanda.
Y otra vez se espanta.

Miseranda que busca consuelo
en un llanto desde la garganta.
Pero no duele. Atraganta.
Alarga las tardes,
rebosa las horas
que a sus pies se paran.

Parece infinita y se crece
en los días vacíos,
en las copas llenas,
en el hastío.

Se vuelve perversa en la noche,
se confunde en lo aburrido,
se dibuja como un fantoche
cuando se inventa un latido
que da una tregua.
Se ve a la legua
pero no se aparta.

Si la ves no corras
que huele el miedo
y si la domas es motor
de grandes vuelos.
La frustración es el último paso
hacia un camino nuevo.

Amor propio

Puerto extraño. No hay luces que me orienten
entre escarpadas rocas que protegen la bocana
y se enfrentan ufanas a mis corrientes.

Puerto ingrato. Me siento en tu arena caliente
deshecha en temores inoportunos desde temprano
mientras la vida se gasta y me deja inerte.

No es puerto ese muro,
ni lo son esos palos.
Ni la orilla cercana.
Ni la ajada piel de unas manos.
Ni unos ojos.
Ni una sonrisa fugada.
Ni el secuestro de unos labios.
Yo soy el único puerto.
Yo soy el único barco.



Envidia

Encuentras por dónde colarte siempre
necia compañera de los sordos.
Vienes derramando el polvo
inane de quienes te sienten.
Dices que no tienes dueño
y eso es mentira.
Apuntas, infame, a quien te mira.
Compartes mesa con quien te teme
organizando bodas y funerales.
Bebes licor de lágrimas para evadirte
ajena al dolor sutil que repartes.
Ruin y satisfecha, no te acomodas,
debes seguir tu macabro viaje
endemoniando todo lo que tocas.
Pero, ¿sabes?
Siempre te quedas sola.

 

Aceptación

En cualquier dirección me muevo,
a merced de la ola que me mece
mientras el agua engrandece,
como lupa, mis desvelos.

No adelanto si camino,
así que aquí me quedo,
desafiando al destino.

 

Amor filial

Tú me alumbraste.
Soy lo que por ti he vivido,
y de vivir con los ojos abiertos he aprendido.

Te abandonaste,
para andar mi camino delante,
para despejar mi cielo,
para soplar el aire a mi vuelo
y pelear mis fantasmas.
Eres el centro mismo de mi alma.

Tú me enseñaste,
a pararme en los detalles importantes,
a mirar a los ojos de la gente,
a escuchar con el corazón abierto,
y a encarar la vida de frente.
Esa vida que crees que se tuerce
porque nada te parece suficiente
para los tuyos.
Eres mi orgullo.

No puedo mirar a otro
sin compararle contigo.
No hay mejor amigo,
ni mejor pareja,
ni mejor compañero de viaje.
Y me desborda el pecho
poder llamarte padre.
No hay hombre más grande,
que dé más consuelo.
Si de padre eres gigante,
ni te imaginas de abuelo.

 

Inspiración

Tú orillas con los versos mis noches,
inspiración batiente que cierras
al son de tu rima mi osadía.
Devuélveme el agua mía
saciando la sed del reproche.
Un poema al día. Qué derroche.
Grito mudo más que poesía.
Soliloquio extraño que trasnocha,
y usa el teclado como una brocha
para pintar de luz mi cobardía.
Dos sentidos. Una dilogía.

 

Soledad

Calladamente te cuelas,
bordas tu nombre en mi piel
y haces sangrar mi risa.

Pero yo acepto la afrenta,
y embisto en poderosa tienta
hasta que rebose la hiel
y acabe tu cantinela.

Suenas a mar que no tiene sueño,
a vuelo impropio que busca dueño
y a ilusión yacente.
Eres un grito demente.

Frugal alimento del miedo,
del olvido,
del desconsuelo.
Aquí te espero, poderosa,
para ganarte de nuevo.

Yo te conjuro.
Yo te destierro.
Me sorprendiste dormida.
Ya no me fío.
Has abordado el navío
de lo cotidiano.
Pero es en vano.
Ya estoy despierta.
O vuelves amiga,
o no vuelvas.

 

Locura

Soplo incontrolado de aire,
loco viento, que soplas
y al fondo mismo te cuelas,
y vas sin velas,
y vas sin quilla,
y la mar me chilla:
¡sóplale tú!
Pero no soplo.
Y mientras te adentras.
Poquito a poco.

 

Esperanza

Se cubrirá de nubes la intensa mañana,
enmudecerán los pájaros de mi ventana,
golpearán mi puerta los viejos temores,
y no pararé.
Mientras te asomes.

 

Depresión

Silencio ingrato, indescifrable,
que confundes a los vulnerables.
Alimentas un sueño y destruyes otro,
porque de vivir no entiendes
y de morir tampoco.
Me asomé al profundo vacío de tu mirada
y vislumbré en el fondo cuatro palabras:
"Echarse a morir, mata."

 

Pena

Ser ingrato de ojos negros
que te apoderas del sueño
de quienes te ofenden.
¿Por qué te asomaste al balcón del alma?
¿y esa melena? ¿a qué viene?

Te has dormido en mi ventana
y no amanece.

Pero ya no me engañas.
Finges soñar mi sueño.
Voy a despertar al dueño
de mis venganzas,
y que te despierte.

Corta tu pelo enredado.
Lávate la cara.
Endulza el negro de tus ojos
con la miel de mi mirada,
y vuela lejos de mi casa.

Despierta y vete,
miserable pena.
Despierta y vete

 

Entrega

Déjate enredar en esta danza eterna,
ungiendo de humedad frases sin sentido.
Cuelga tus falacias de mi lengua,
esconde tu cojera,
repliágate estremecido.
Disfruta de esta ténue entretela
que envuelve de dulzura tu gemido.
Y no le des más vueltas

 

Autocompasión

Se resbala golosa por los recovecos
y se instala gloriosa en el peor recuerdo.
Trae la desidia asida al brazo derecho,
del izquierdo le cuelga un amor inconfeso.

Sueña soñar el sueño de los felices,
bordando una almohada de mil tapices,
prestando color sólo a dos matices:
que acabe o que se eternice.

Está endemoniada por la impaciencia.
Se duele añorando grandes vivencias
que arranquen miseria a su existencia.
Y se desespera en su elocuencia.

Canto gitano que espanta males,
espanta el bordón de esta cantinela
y consume el dolor sordo de sus graves.
Que esos labios no son letales.

 

Inquietud

Sístole turbada y hambrienta,
reflejo de un músculo loco
que a lo nuevo se enfrenta
con más miedo que vergüenza.
Y a soñar se sienta.

Diástole atada al asiento,
posando a mis pies el lamento
de ver esa puerta abierta.

Ya nada es igual.
La lógica ya no reina.
Es un duelo de palabras,
de sensaciones macabras
que vacían mi presencia.

Sístole que empuja.
Diástole que traga.
El corazón se refugia
por donde la razón no pasa.

 

Orgullo

Eleva el perfil,
sacude tu entraña
y empieza fingir
que nada te engaña.
Recógete el pelo,
mira de frente,
domina tu celo,
saca a pasear el velo
de los que te ofenden.
Consume tu pena,
las lágrimas las quemas.
Coge tu mejor sueño y vuela.
Piérdete en tu reflejo,
muerde el bies de la lengua,
donde se quedaron presas
las palabras que no dije.
Pinta de azul al que finge,
de verde pradera al que sangra,
de oscuro rojo pasión
al que acalle tu garganta,
y ríe.

 

Amor en silencio

Silabea el silencio tu nombre cuando no miras,
y atrapa en un suspiro tus iniciales
sin confundirse de pecho; son sus señales.

Y aunque el silencio ama en silencio
por ti es capaz de transformarse en ruido.

Será un chillido que caiga en tu escote,
ribeteando de sueños tu cuello
y dibujando un olor nuevo
que nunca se agote.

Para que siempre acompañe al silencio tu aroma.