sábado, 18 de diciembre de 2010

PARA TI, QUE TE VES EN ALGUNA DE LAS PALABRAS QUE ESCRIBO


Gracias a ti,
que cuando reí te reíste conmigo.
Gracias a ti,
que cuando lloré me abrazaste y callaste.
También gracias a ti,
que no miraste el reloj aquella tarde.
Y a ti,
que compartiste mi orgullo.
Gracias a ti,
que perdonaste mi ira.
Y también a ti,
que respetaste mi silencio.
Gracias a ti,
que me dijiste la verdad sin miedo.
Gracias a ti,
que me recordaste lo importante.
Y a ti,
que miraste más allá de lo evidente.
Gracias a ti,
que no te dejaste llevar de rumores.
Y por supuesto a ti,
que esperaste el tiempo justo.
A ti,
que vigilaste en la distancia.
Y, cómo no, gracias a ti,
que no interpretaste mis humos.
Sobre todo, a ti,
que me cantaste las cuarenta.
Gracias a ti también,
que te alegraste de verme.
Y a ti,
que te cuidaste de no herir mis sentimientos.
Gracias a ti,
que me admiraste sin límite.
Y gracias a ti,
que me diste la vida.
Y por fin a ti,
¡qué importante tú!,
que me acompañas.

jueves, 16 de diciembre de 2010

POEMARIO DE URGENCIA (VIII)




Cabrán mis sueños en una tinaja
si los presiono.
Andaré mil vidas buscando el sentido
si me obsesiono.
Enredaré en mentiras este camino
que se termina,
y no llegaré.
Mejor empiezo a quererme
otra vez.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

No quiere romperla

Dime si eres tú quien me despierta,
quien inventa mi nombre con aires de loco,
quien no teme desesperar en mi puerta
mientras me obsesiono; ni morir tampoco.
Has venido. Pero, ¿dónde se han ido tus ojos?
Cometí la torpeza de gritar mi desaire,
le incluí sin miedo entre mis despojos
y a vivir me mudé a otra calle.
No es que me arrepienta.
Todo lo contrario.
En aquello no me reconozco.
Pero tampoco ahora me sé mi nombre.
Invéntalo tú, que tienes duende.
Que va, que va; no me siento sola.
Fuerte, digna, mar, corriente.
Nube de inmensa oquedad.
Aire de larga impaciencia.
Gota agitada de ola eterna,
sin orilla donde romper
porque no quiere romperla.