Ya te vale morena. Coge tu orgullo y vuela. Busca el amor propio que antaño casi te mata. Deja de meter la pata. Frena el vaivén de veleta que te consume. Enarbola tu melena y huye. Que te muerda la lengua quien lo merece.
Y no te desprecies.
Hay instantes en que te echo tanto de menos
que me duele el estómago,
y me enloquecen las ganas de verte,
y me falta el aire,
y me parece interminable un segundo.
Pero es eso. Un segundo...