¿Sabes
ese escalofrío que trae un instante?
¿Ese
ladear de cuello que se disloca?
¿Ese
suspiro perdido que cierra los ojos?
¿Esa
respiración profunda que abre la boca?
No sé nombrar
el fugaz resentir de un momento,
pero sé
repetirlo sin volverme loca
e ir, una y otra vez, a su encuentro.