En el
vacío absorto de la pena ajena
bailan mis
temores y me condeno
a medrar
en carne propia ese mismo averno
que en
otra carne amiga ahora se encadena.
Y mientras,
el eco
en mi pecho se evade con canciones
buscando
el consuelo donde no se encuentra,
porque
no existe calor tan fuerte que comprenda
y
caliente el enredo de mis emociones.
Lloro
por ti que has perdido.
Por mí
que no quiero perder.
Por lo
que pudo ser y no ha sido.
Por lo
que seguro va a ser.
Pero llorar no me consuela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario