sábado, 2 de abril de 2011

El retorno

El cristal del vagón era como un agujero negro para sus pensamientos. No podía dejar de mirar a través de él. El paisaje rallaba su retina dejando una foto movida en su memoria. Tampoco es que estuviera realmente mirando lo que pasaba. Allá al fondo, junto al horizonte, las cosas se movían menos, como si se hubieran rebelado contra la insolente velocidad del mundo. Nadie estaba pendiente de ella, y se sentia libre para imaginar cualquier cosa. Se recreó en los momentos vividos unas horas antes, en los detalles, en las palabras dichas, en las sobreentendidas, en la magia compartida. Se sumió en el sopor del romanticismo que derrochaba aquella estampa sacada de tiempos pasados al otro lado del cristal. Y entonces escuchó su voz en el asiento de al lado: ¿confías en mi? Al cien por cien. Se equivocaba.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aprendemos a admirar a otros, cuando observamos que son únicos y maravillosos. Eso es lo que cada uno de nosotros somos, cada uno tenemos algo para compartir, algo para ser admirados. La gente a menudo me ve como una persona tranquila, que frecuentemente hace bromas, un hombre que cómodamente puede sentarse en una esquina y pasarlo bien leyendo un libro, o escuchando buena música.
Esto significa que puedo consolar un alma en pena, que puedo compartir la clase de felicidad, que viene de cosas que el mundo, apenas nota, en su carrera de sueños inalcanzables: un beso a destiempo, una caricia, caminar cogidos de la mano por la calle, una rosa blanca regalada uno de esos 365 días especiales que tiene el año, enterase de que te gusta algo, y ponerlo a tú alcance al otro día. Soy la clase de persona Feliz, único, simplemente yo, sin miedos a nada, sin renunciar a nadie por la hipocresía de qué dirán, sin usar a nadie como bastón que abandono cuando puedo caminar sólo. Soy yo contigo o sin ti, soy yo contigo o sin los demás, Seguiré siendo yo, seguiré siendo feliz.La felicidad está en todas partes disfrutala, soy tienes que ser tú, respentando mí yo, que es lo que quiere, seguir siendo yo compartiendo tu yo.

Lola Pelayo dijo...

Admirar es amar lo extraordinario, ver lo extraordinario y valorarlo. Ser sin condiciones, sin condicionantes, es amarse a sí mismo y amar a los demás, todo a un tiempo. Disfrutar el detalle es saber muy bien en qué consiste la verdadera vida. La felicidad no está en todas partes, está dentro de cada uno de nosotros, dispuesta a salir en cualquier lugar. Siempre que quieras. Enhorabuena.